Por José Francisco López
La
guitarra es un pozo
con
viento en vez de agua.
Gerardo
Diego
Rafael Riqueni es un genio de la guitarra, un
creador, un virtuoso…
Este trianero grande podemos decir que fue un
niño prodigio, porque con doce años ya actúa como solista, y con sólo catorce
añitos gana el Premio Ramón Montoya de Guitarra de Concierto en el VIII
Concurso de Arte Flamenco de Córdoba y el primer premio en el VI Certamen
Nacional de Guitarra de Jerez, que eran los dos premios de guitarra más
importantes de España.
En 1986 publicó su primer disco “Juego de niños”,
donde participan músicos como Raimundo Amador, Carles Benavent, Antonio
Carmona, Juan Carmona, Juanjo Pizarro, Mario Gil, Ray Heredia y Paquete. Este
primer disco ya nos sugiere que estamos ante un músico diferente, maravilloso,
con armonías verdaderamente geniales.
En 1987 publica su segundo trabajo, titulado
“Flamenco”, que es un solo de guitarra desde su comienzo hasta su final. Pocos
músicos son capaces de llenar con un solo instrumento el alma de los que
escuchan, y Riqueni lo consigue sólo con el corazón desnudo de la sonanta.
“Flamenco” se grabó y publicó en Alemania, y posteriormente en España. Les
recomiendo de este disco la minera “Villa Rosa”, absolutamente maravillosa.
En 1990 llega una obra a la que Riqueni le tiene,
según sus propias declaraciones, un cariño muy especial, el disco “Mi tiempo”,
que es una investigación sobre la cuerda. Este disco repleto de intuición
creativa supone su consagración definitiva, si es que ya no estaba
suficientemente consagrado. En este disco, donde Rafael Riqueni empieza a
incluir elementos de música clásica, participaron artistas como Antonio
Canales, Juan Carmona, Antonio Carmona, Guillermo McGuill, Manuel Calleja,
Tomas Garrido y Rafael Villanueva.
En 1992 ve la luz “Suite Sevilla”, una obra definida
como conceptual e inspirada en el flamenco y concebida de fuente clásica con
influencias del nacionalismo musical español, una obra en donde Riqueni utiliza
el impresionismo para describir la ciudad de Sevilla, logrando una belleza
sublime en sus composiciones. “Suite Sevilla” supone un recorrido de emociones
por la ciudad de la Giralda. Lugares, sensaciones y paisajes llevados a la
guitarra por Riqueni, que realizó la grabación a dúo con el guitarrista clásico
José María Gallardo.
En 1994, Rafael Riqueni publica el disco
“Maestros”, como homenaje a Niño Ricardo, Esteban de Sanlúcar y Sabicas, recreando
temas de estos monstruos de la guitarra. Este disco, muy celebrado por los
aficionados, fue producido por Enrique Morente, con el que actuó en 2006 en el
30º Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz, y el 7º Festival Flamenco PaTós en
Madrid, y en 2010, participando en parte de la gira de presentación de Pablo
de Málaga.
En 1996, Rafael Riqueni publica “Alcázar de
cristal”, con la participación de Juan Reina, Manolo Soler, Pedro Menchen,
Gonzalo Castello, Rafael Fernández, Leonardo Lucket, Manuel Calleja, F.J.
Gutiérrez, María Ángeles y Merckell. Este disco tiene temas maravillosos como la
taranta que da nombre al disco o el dedicado a su calle de nacimiento “Calle
Fabié”, esa que empieza en la calle Pureza, porque así es el toque de Riqueni,
lleno de pureza.
Tras un parón de 21 años por problemas
personales, por fin ve la luz su último trabajo, “Parque de María Luisa”, que,
como su título indica, está dedicado al majestuoso parque sevillano, y donde
Riqueni ha pretendido reflejar la emoción que le produce, sus aromas, el canto
de sus pájaros, sus, sus plazoletas, sus estanques, y cómo no, sus nostalgias,
sus melancolías, sus vivencias, sus sentimientos…
Rafael Riqueni recibió el premio Andalucía de la
Cultura en 1996, y ha recibido el premio Giraldillo a la Maestría “por su
sevillanísima música universal, que lo sitúa entre los más grandes maestros de
la historia de la guitarra”. En 2015 Riqueni recibe un nuevo premio, el
Galardón AIE “Por toda una vida dedicada a la música y como mérito a su
trayectoria profesional y humana en el mundo de la cultura”.
Hace muy poco, el pasado mes de junio, Arahal le
dedicó, en el marco de su festival Al Gurugú, su galardón “Verde que te quiero
verde”, y tuvimos la suerte de escucharlo en dos ocasiones, en un recital de
guitarra y acompañando a Estrella Morente. Las dos veces estuvo absolutamente
sensacional. El recital de guitarra que ofreció, sin más acompañamiento que su
sonanta, demostró que el genio ha vuelto para quedarse, sereno, tranquilo,
responsabilizado, las notas y los melismas surgían de sus manos y su corazón de
manera prodigiosa para conquistar sin matices a un público entregado. Su
musicalidad innata le hace pasar del Flamenco más profundo a sones clásicos y
contemporáneos casi sin inmutarse. Genialidad, constancia y trabajo del
heredero de Niño Ricardo, Sabicas o Paco de Lucía.
Riqueni va más allá del Flamenco muchas veces,
pero tiene algo que es difícil descubrir en otros guitarristas, cuando toca un
tema sabes enseguida que palo está tocando, otros tocan dos horas y si no te
dicen que está tocando por seguiriyas o por soleá no hay manera de
saberlo. Para mí, Riqueni, como otros
pocos genios que ha dado el Flamenco, es diferente, incluso a veces trasciende
el propio Flamenco, porque su música es libre, universal y ni puede ni debe
tener ataduras. En los “bises” se le pide “Amargura” de Font de Anta, una
marcha de Semana Santa, convertida en la guitarra del genio en una de las obras
cumbres de su carrera, como él dice: “me dio esa locura, ese avenate de
hacerlo”, porque, a veces, la creación es locura, pero bendita locura.
Rafael Riqueni ha vuelto con “Parque de María
Luisa”, que él dice que no es una obra flamenca, sino andaluza, una obra que,
sin duda, nos transporta a todos los rincones del parque, y a su alma. El genio
ha vuelto para quedarse, con su guitarra, con esa manera de expresarse, y más
aún con esa manera de sentir, con esa manera de vivir…
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